24 de marzo de 2011


Patricia Mendoza, poeta venezolana, licenciada en Educación, estudió Letras en la UCV y Artes en la Escuela de Artes Visuales Cristóbal Rojas. Trabajó en el Museo de Arte Popular de Petare y Ateneo de Petare en el área de educación. Desde hace 13 años labora en la Dirección de Cultura de la Universidad Metropolitana, allí coordina las publicaciones de la Editorial Luna Nueva de traducción de poesía y actividades como “La poesía toma la UNIMET y viceversa”. Es origamista y devota de la poesía, considera que el origami es un acto poético…

Sus poemas han sido publicados en “Cuadernos Unimetanos. Edición Humanidades y Ciencias de la Educación”. Año VI / N°26 / Febrero de 2011
Autores venezolanos recibe a esta joven poeta.


…dobla sobre lo que escribe y escribe sobre lo que dobla.


Hoy mi esfuerzo en descubrirme se hace más difícil,

me cuesta tanto como nombrarme.

Hoy, el tema predilecto por generaciones se ha agotado antes de ahogarme en él,

se ha diluido entre mis dedos sin poder asirlo en su inevitable caída.

La tarea que nos ocupa, a mi alma y a mí,
es el sol cada mañana en mi ventana,
es la mancha en el piso que no había hecho consciente,
ese retumbar en mis oídos todos los mediodía,
ese golpe en la puerta a las tres de la tarde,
esa canción permanente en mi memoria.

En tu despedida corrí hacia la oscuridad escaleras abajo,
me confundí entre la multitud que te despedía,
pude alcanzar el carro que te llevaba de regreso,
guiado por una anciana gorda con dos jóvenes no menos agonizantes que tú,
finalmente, en mi desespero, logré tomar tu mano y decirte cuánto te amo.
No me invitaste a abordar el carro, sin embargo, seguí intentando alcanzarte y traerte de vuelta
Te vi sentado en la silla esperando que te dejara ir...

al final comprenderé que ni la India entera podrá hacer nada,
ni por ti, ni por mí.


Esta tarde es parecida a muchas tardes de mi infancia; el sol penetra en mi casa como en aquella capilla a la tres de la tarde hace mas de veinte años, cuando en medio del usual silencio vespertino observaba un camino de hormigas en la escalera del dispensario, cuando no sabía de tristezas ni de ausencias, cuando no imaginaba estas cuatro ausencias que me invaden, como me invade este sol que entibia mis pies desnudos, este sol que no se atreve a reflejar en más peldaños quizás para no recordarme la peor de mis ausencias, la que me recuerda puntos cardinales, capitales y banderas del mundo...
Nunca viajaste, sin embargo, en éste, tu paradójico viaje de retorno te convertiste en mi atlante.

Tengo una sensación de bienestar tan grande que me invade
Como el olor a creyones nuevos el primer día de clases
Un guayoyo caliente en un día de lluvia
Una taza de avena de mi abuela
Los mediodías de mi infancia
El último día de clases
El sonido del mar
Un arcoíris
Un ave

3 comentarios:

Astrid Lander dijo...

Se siente tanta armonía el leerlos. Una poesía que cuenta del alma. Me ha hecho sentir.
Astrid Lander

Wladimir Oropeza dijo...

¡Eso Patricia! ¡Te felicito! Y me gustó tu poema. Sólo que faltó algo en la presentación inicial que hacen de ti: decir que somos, los 4 Fantásticos, amigos tuyos!! Ja, ja, ja! Un abrazo! ¡Que sigas cosechando éxitos!

Patricia dijo...

Muchas gracias Astrid y por supuesto a Ana María y Autores Venezolanos por mostrar estas palabras escritas por mi, me alienta mucho a seguir escribiendo... saludos.
Patricia Mendoza