20 de marzo de 2011

Gina Sarraceni, poema



Poeta, antóloga, profesora de la Universidad Simón Bolívar, USB, Caracas.
Autores venezolanos recibe a esta consagrada poeta.

En Berlín la lluvia es un silencio dilatado.

Cada gota es una lejanía que se desploma.

La lluvia cae lentamente.
Se siente apenas la humedad
que inunda la ciudad de una angustia
similar a la que se siente cuando
estamos a punto de partir.

Berlín es el presentimiento
de algo que está por suceder.

También es la calma que
se respira al lado del río
donde los sauces se aferran a la orilla
como criaturas al borde de un precipicio.

En Berlín la memoria muerde.

Todo parece estar en su lugar.
Allí donde nada se mueve,
los dientes afincan duro y
la ciudad tiembla como
un pájaro cuando sacude las alas.

En esa cavidad imperceptible,
en esos trazos que diseñan
el arco afilado de una boca,
descansa un secreto inconfesable.
Un hilo de memoria.
Un río que sólo se descubre
allí donde las cornejas
rozan el agua con sus picos
y ven la sombra amenazante del invierno

Aquí la lluvia cae más cerca de la tierra.

Más cerca de la noche,
la ciudad se amarra al hilo del pasado,
se levanta, agarra vuelo,
arrastra consigo cada gota
que la moja y la duplica.

Aquí la lluvia duele más cerca de la nuca.
Aquí la lluvia no para de llover.    

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